¿Quién soy?
Siempre que me hago esta pregunta, llego a la misma conclusión: Soy un niño. Un niño que ha adquirido experiencia a lo largo de los años. Un niño con una carcasa corporal que ha crecido y madurado con el tiempo. Un niño con recursos de adulto para utilizar a conveniencia, sin abandonar por ello las cualidades de la niñez, como son, entre otras, una inagotable curiosidad, una insaciable voracidad por aprender y experimentar o una voluntad para arriesgarse, también conocida como inconsciencia. Cómo, si no, iba a abordar de lleno mi formación actoral bien pasada la cuarentena. Quizá fue precisamente éso, que tuve que pasar la cuarentena del hombre adulto, para considerarme de nuevo un niño. Podría decir que soy un profesional de las artes escénicas, pero previamente, dada mi condición de matemático, tendría que definir el concepto de profesional y para eso no tengo suficiente espacio en esta página, ni quiero aburrir al lector con tal disertación. Así que, digamos que tengo una buena caja de herramientas escénicas, que he ido llenando con mi formación e intento en todo momento utilizarlas, sacando de ellas el mayor partido del que soy capaz. Y sobre todo, las mantengo en buen estado, siempre dispuestas para su uso. Dos cualidades adultas he querido mantener y cultivar en mi estado de infancia eterna: Responsabilidad y Compromiso. El resto, provienen de mi niñez. Soy un niño siempre dispuesto para jugar.